El capital social es uno de los caracteres fundamentales de toda sociedad capitalista. En toda empresa o negocio, este es uno de los términos que más problemas suelen plantear a quienes desconocen la terminología legal.
Desde un punto de vista jurídico, el capital social es la cifra, expresada en euros, que aparece determinada en los estatutos sociales y que representa el importe de las aportaciones de los socios o de lo que se han comprometido a aportar. Desde un punto de vista económico, el capital social designa el conjunto de bienes y derechos que los socios aportan o se comprometen a aportar a la sociedad, que constituye la primera partida del pasivo de esa sociedad y que ha de servir, al menos, de entrada, para que ésta pueda desarrollar su actividad económica. En general se dice que el capital social desempeña tres funciones en toda sociedad capitalista:
Una función financiera, puesto que las aportaciones de los socios constituyen la primera fuente de recursos de una sociedad.
Una función organizativa de la sociedad: se divide en acciones, cuya titularidad determina la intensidad de los derechos individuales del socio.
Una función jurídica: pretende informar a los terceros de la situación patrimonial de la sociedad y juega como parámetro de referencia a la hora de permitir o no la distribución de dividendos, a la hora de imponer la reducción del capital social, o incluso a la hora de disolver la sociedad.
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